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Adriana Mabel Silva

Mi pequeña historia de vida es desde que tenía 10 años más o menos, cuando mis amiguitas de la cuadra me cargaban diciendo que yo no me parecía a mi madre. Yo le conté a mí mamá lo que pasaba, ella me dijo: “VOS NO ESTUVISTE EN MI PANCITA PERO TE AMO MAS QUE SI TE HUBIERA TENIDO YO”. Esas palabras fueron tan importantes para mí que no me importaban las cargadas de mis amigas, yo me sentía más fuerte, y aunque ellas se parecían a sus mamas y a sus papas, y la edad entre ellas era coherente entre si, no me interesaba lo que pudieran decir.

Cuando le pregunté que había pasado con mi verdadera madre, me dijo que murió en el parto, pero nunca lo creí.

Con el tiempo mi mamá enfermó; yo termine la secundaria teniendo un bebé prematuro de dos meses y ahí comenzaron mis problemas. Cuando muere mi mamá me desheredan y quedo en la calle.

Pasaron varias cosas hasta que pude empezar a vivir tranquila. Entonces comencé a preguntar a todas las personas que me conocían si sabían algo, de donde había venido, y nadie supo decirme nada. Mi mamá siempre se reservó la verdad, ni si quiera los parientes más allegados a ella lo sabían. Hubo un tiempo en que no quise investigar más, pero es más fuerte que yo. Cuando me preguntan si tengo alguna enfermedad hereditaria en el hospital, o cuando me dicen que tengo rasgos raros, todo me hace pensar de donde vengo; habrá alguien que se acuerde de mí? Siempre quise tener un padre, porque mi mamá era viuda y me trajeron para que yo sea su compañera. Y al no creer que mi madre biológica había muerto, me preguntaba por que no me buscaba. Entre por Internet a la página de las Abuelas de plaza de mayo y me derivaron a la Defensoría del pueblo de la Nación, donde inicie una búsqueda legal y llegue a los archivos de donde me anotaron y me queda ir con un letrado.

Tengo miedo de nunca poder saber quienes son mis padres biológicos, por eso escribí mi historia, porque necesito estar preparada por si algún día llego a la verdad de mi vida.