María Rosa De Petro
Mi historia comienza cuando cumplo los 18 años.
Al hacer los trámites para mi casamiento me entero que no tengo ni
partida de nacimiento, ni documento.
Mis familiares de crianza no querían decirme quienes eran mis padres,
por lo tanto deciden ponerme su apellido. De ahí en más traté
por todos los medios que me dijeran la verdad, y ellos lo único que
supieron decirme fue que mi madre me había dejado en esa casa y que
cuando estuviese en condiciones me vendría a buscar.
A los 63 años aún sigo buscando mi identidad.